miércoles, 24 de junio de 2009

Pieza de la semana: El felino rampante


Esta es una pieza Mochica (100-800 d.C.) y es originaria de la costa norte del Perú. Se trata de una botella escultórica con gollete asa estribo que representa a un personaje zoomorfo, llamado “perro lunar”, o “felino rampante”.

En las culturas del norte del Perú la cerámica es un soporte privilegiado para transmitir los conceptos religiosos, y para ser utilizado en los principales rituales, tanto los funerarios, como los de sacrificio y fertilidad. Este tipo de piezas se encuentran en los ajuares funerarios de los altos gobernantes mochicas, y los acompañaban en su viaje al otro mundo.

Las sociedades precolombinas eran ante todo sociedades agrarias, es decir que su conocimiento se basaba sobre todo en la observación del cielo (estrellas, lluvia, ciclos climáticos…), de la tierra (donde la gente vive y trabaja los campos), y del mundo subterráneo (de donde crecen las plantas, y a dónde se van los muertos). Su pensamiento y sus creencias se organizaban según categorías que tenían que ver con estos tres niveles del mundo. En consecuencia, adoraban los animales que representaban estos tres mundos: las aves, que habitan el cielo y el mundo de arriba, el de los dioses; el felino en la tierra y el mundo en el que los humanos viven y trabajan, y los reptiles (generalmente serpientes) para el mundo subterráneo, el de abajo, de la muerte.

Los Mochicas eran los maestros por excelencia de la cerámica, alcanzaron un grado excepcional de calidad escultórica. Esto resulta de una paciente y precisa observación de la naturaleza, de su medioambiente y del estudio metódico de los animales y de su morfología.

El perfeccionamiento de las técnicas escultóricas y pictóricas en la cerámica les permitió ser cada vez más detallados en la representación de sus temas religiosos. Un animal simbólico muy importante en su religiosidad fue el felino. Éste aparece recurrentemente en la escultura norteña y se convirtió en una fuente de inspiración mayor para los antiguos peruanos. El felino es fuerte y valiente, está vinculado con el mundo de la fertilidad y del agua, ya que su origen son las tierras húmedas y fértiles de la amazonía.

Esta pieza representa un animal místico, mitad felino, mitad ave, decorado con incrustaciones de nácar. El ojo de este ser místico es de turquesa. Si miramos la pieza por la derecha, vemos el felino; mientras que si miramos por la izquierda vemos un ave. El ojo se asimila a ambos. Remite este objeto al concepto de la dualidad creativa tan importante para las civilizaciones precolombinas. El hocico del felino es desproporcionado, y el animal está sentado con sus patas elevadas, en posición de ataque. Los escalonados con incrustaciones de nácar representan la cresta del ave, símbolo de importancia y de poder. Los escalonados son a su vez un símbolo de unión entre el mundo de abajo y el de arriba. Esto es muy importante, porque expresa uno de los conceptos más importantes de los antiguos peruanos: el que el mundo de abajo (la tierra) reciba el agua y la luz del mundo de arriba para así poder generarse la vida.

Se conoce esta pieza bajo varios nombres: el dragón, el perro lunar, el monstruo lunar, o el felino rampante. Se puede ver, por ejemplo, que las orejas del animal no son típicamente felínicas, sino que se asemejan más a las del zorro, animal que en el pensamiento andino ha sido siempre considerado un animal que atraviesa los mundos, comunicándolos. Vemos entonces que la pieza en su totalidad expresa la noción de complementariedad, de encuentro entre mundos, de unión de poderes. Es un objeto que intriga y sigue atrayendo la curiosidad de los turistas por su aspecto misterioso y lleno de espiritualidad.

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